Hoy vemos algunas claves para motivar a nuestros hijos, sobrinos, nietos…de la mano de Clara Sosa, profesora de educación infantil que comparte con nosotros su experiencia
Hoy vamos a aprender (o descubrir algunos) lo que es la resiliencia y por qué los peques pueden ser un gran ejemplo para aplicarla en nuestro día a día.
«Resiliencia…¿y eso qué es?» os preguntaréis algunos. Pues es un concepto que seguro que conocíais o incluso habéis aplicado a vuestra vida diaria, pero no sabíais qué nombre ponerle.
La resiliencia es la capacidad de adaptación y recuperación de un ser vivo (animal o humano) a un suceso que lo altere de forma negativa. Imaginemos una esponja: la puedes apretar, deformarla, arrugarla, estrujarla… pero cuando dejes de hacerlo la esponja volverá siempre a recuperar su forma original.
Eso mismo se puede aplicar a las personas: una persona resiliente es aquella que frente a un problema, una dificultad, un hecho doloroso o difícil de superar se ve afectado, pero (como decíamos en el caso de la esponja) es capaz de volver a su estado emocional inicial cuando este suceso que lo altera ha terminado. Ser resiliente implica que la persona tiene el convencimiento de que la situación difícil o dolorosa que está atravesando va a pasar, se va a terminar y va a poder recuperar su estabilidad emocional o física de nuevo.
Y ¿por qué los niños nos pueden ayudar en esto? Los niños, sobre todo los más pequeños, son ejemplos de resiliencia con patas 🙂 Tienen que aprender todo de nuevas: andar, comer, vestirse, manejar un lápiz…y tienen que repetirlo cientos de veces; las ciento y pico primeras no les sale bien, pero ellos lo siguen intentando las veces que haga falta porque están convencidos de que lo van a conseguir y que esa dificultad no va a durar para siempre. ¿Habéis tenido alguna vez escayolada o vendada vuestra mano hábil? Casi seguro que os ha costado aprender a manejaros con la mano contraria; ahora imaginad que os pasa eso en todo vuestro cuerpo y tendréis la sensación de un niñx de 1-2 años aprendiendo a controlar sus movimientos ¿cómo creeis que llevaríamos esa situación los adultos?
Aprovechemos que tenemos grandes-pequeños maestros en resiliencia a nuestro lado y aprendamos de ellos cuando vengan los problemas