Hoy, Día Mundial del Pan, os explicamos un poco sobre el valor nutricional del pan y os traemos una receta sencilla en la que los más pequeños se lo pueden pasar fenomenal haciendo de pinches
Hoy 17 de octubre es el Día Mundial del Pan. Además de estarles agradecidos a los panaderos y panaderas que se levantan de madrugada para que nosotros podamos tener pan calentito por las mañana, os vamos a contar un poco sobre el pan y a daros una receta sencilla para hacerlo en casa.
Hay muchísimos tipos de pan: hechos con diferentes harinas, con aceitunas, tomate, queso… Pero lo cierto es que el pan (la barra o la hogaza de pan de toda la vida) es uno de los alimentos básicos. Su contenido en hidratos de carbono es alto, ya que la harina es su principal componente, y al provenir de cereales su contenido en minerales y vitaminas del grupo B es elevado. Contiene cierta cantidad de proteínas ( son precisamente las que dan problemas en los casos de celiaquía) y no tiene prácticamente grasa.
Hay gente que dice que el pan es malo y que debe evitarse su consumo o que engorda mucho. Esto NO es cierto. Actualmente los nutricionistas aconsejan una dieta cuyo componente principal (alrededor del 50-55%) sean hidratos de carbono del tipo pan, pasta, arroz… y que como tope el 10% de eso sean azúcares. Comernos un trozo mediano de pan con las comidas o hacer un bocadillo de merienda (más saludable que la bollería industrial) no va a desequilibrar nuestra dieta, ni la de los niños.
Si digerís bien las harinas integrales y no tenéis ningún problema en el aparato digestivo, probad el pan integral: su contenido en fibra, en vitaminas del grupo B y minerales es mayor en el pan normal.
Como todo, el pan es saludable en su justa medida; obviamente no es lo más recomendable comernos una barra de pan nosotros solos todos los días. Las personas que tienen diabetes o están siguiendo un régimen para el control de su peso deben limitar su consumo por razones médicas.
Y ahora os dejamos una receta sencilla por si os animáis a hacer pan en casa 😉
- 500 gr. de harina + la necesaria para amasar
- 250 ml. de agua
- 25 ml. de aceite
- 20 gr. de levadura fresca (se puede encontrar en los supermercados grandes, refrigerada cerca de las mantequillas y los quesos o en la panadería del barrio)
- 1/2 cucharadita de azúcar
- 1 cucharadita de sal
- 150 gr. de semillas (sésamo, amapola, pipas peladas…)
- Se disuelve la levadura fresca con el agua. En un bol poner la harina, el aceite, el azúcar y la sal, se agrega el agua con la levadura disuelta y se mezcla bien.
- Se amasa durante 10-15 minutos hasta formar una bola. Entonces espolvoreamos un poco de harina por una superficie lisa para que no se pegue y volvemos a amasar 5-10 minutos (hasta que no esté pegajosa, podemos espolvorear más harina si lo necesitamos)
- Lo dejamos dentro del bol tapado con un trapo a temperatura ambiente más o menos una hora, hasta que veamos que la masa está el doble de grande.
- Lo volvemos a amasar y le damos la forma que queremos que tenga el pan. Lo colocamos en una bandeja de horno, le echamos por encima las semillas y lo dejamos reposar hasta que sea el doble de grande. Mientras sube la masa vamos precalentando el horno a 200ºC.
- Cuando haya doblado su tamaño, se espolvorea un poco de harina sobre el pan y hacemos un corte en la parte superior. Horneamos a 200ºC durante unos 40 minutos hasta que esté dorado.